lunes, 16 de mayo de 2011

El Mercado Central















Los mercados africanos siempre han entusiasmado a todo tipo de visitantes por su singularidad, variedad de productos y gentes,  y el Mercado Central no lo es menos. 




Las fotos que veis han sido tomadas discretamente sin llevarme la cámara a la cara, desde la mano y con mucho disimulo, creo que hacer una foto en un lugar como este puede desencadenar alguna disputa con más de uno, ya que a esta gente lo que menos les gusta es que retratemos sus miserias. Es algo que siempre me comentan los más cercanos,  y por más que trato de convencerles, no hay manera, siguen en sus trece e insisten en no ser fotografiados.


En este mercado podemos encontrar un poco de todo, tiendas de chino que como siempre no saben ni pizca de español;  ferreterías donde venden toda clase de herramientas semi nuevas, es decir, que llevan tanto tiempo en el lugar que incluso están oxidadas o simplemente en mal estado, rotas; hay infinidad de vendedores de móviles y complementos a precios bastante económicos; hay muchos vendedores de ropa de temporada, incluso ropa de lana o pantalones de pana, realmente no tengo ni la menor idea para que venden este tipo de ropa con el continuo calor sofocante que hace. 


También hay un fuerte contraste entre tiendas de televisores con música distorsionada  a toda castaña y puestos de pescado que va pudriéndose a medida que pasan las horas, bueno, los minutos, quiero decir que aquí un pescado se echa a perder en muy poco tiempo. Leí hace poco que a veces hacen la comida con salsa de chocolate para que no supiese a podrido, hay que tener estómago para comerse esto y no ser poseído por las temidas diarreas. Así os podéis imaginar que se me vino a la cabeza un día cuando escuché que para comer había carne del bosque con chocolate.


Aunque lo más sorprendente es encontrarte con monos muertos tirados en plena acera para ser vendido como alimento o incluso un día llegaron a ofrecerme un mono tití vivo, el cual me agarró con sus pequeñas manos uno de mis dedos mirándome a los ojos casi suplicándome que me lo llevara para no aparecer en la cazuela, ¡Qué duro! Hubo un momento que estaba negociando con los tíos para comprar el monillo y luego dejarlo en libertad o incluso llevármelo a casa. Espero no volver a pasar por esta situación, porque es realmente duro y complicado, se  siente mucha impotencia.


Olvidando este asunto nada agradable, también hay que decir que abunda la fruta como las naranjas, mangos, papayas, bananas, plátanos o piñas, estas últimas realmente deliciosas y a precios muy  baratos, entre 1 y 3 euros piezas enormes, aunque los precios por las aldeas los superan y aprovechando algún viaje de trabajo a las afueras de Bata compro algún manojo de entre 30 o 40 plátanos por poco más de un euro, ¡Y menudo sabor! 


Y lo que realmente hay que vivir en este lugar son sus olores que son muchos, y algunos muy desagradables, pero forma parte de la forma de vida de esta cultura.

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